"El Ladrón del cementerio" Cuentos Cortos de terror
Se sentó a leer el diario junto a la ventana, la página principal del periódico alertaba a los vecinos que había una ola de robos en las cercanías del cementerio, “Una joven pareja engaña a personas y las llevan al cementerio donde los roban”. Leyó. Julio todas las noches se escapaba de la cama para no cometer ningún acto sexual con su esposa, acudía a distintas estaciones de servicio, para no cumplir con sus obligaciones maritales; Julio no sentía deseo sexual alguno, había intentado en varias oportunidades intercambiar sexo por dinero pensando que era su esposa la culpable de su falta de apetito sexual. En cambio, su desviación era más abominable y detestable de lo imaginado, tenía debilidad por las jóvenes menores de 14 años, su gozo lo encontraba al estrangular a las niñas, había asesinado a cuatro niñas, las cuales una vez muertas eran arrojadas en la tumba más vieja y seca del cementerio, la tumba correspondía a “María Ceferina de Souza” Una niña aristocrática de doce años fallecida de fiebre amarilla en 1874.
La lluvia comenzó azotar en la ruta, eran las dos de la madrugada del lunes, Julio soplaba el vapor que salía de su taza y daba sorbos enormes a su café con leche, cuando ingresó al lugar una niña, quien le pide al empleado un vaso de agua y alguna sobra que comer, por supuesto, Julio la invitó con un café con leche y medias lunas, conversaron hasta las cuatro de la madrugada, el hombre convenció a la niña de alcanzarla en su automóvil último modelo hasta su casa, la niña aceptó, mientras caminaban hacía el vehículo, la niña le confesó que vivía en la calle y que necesitaba ayuda, esto provocó en él una macabra sonrisa demoníaca. Subieron al automóvil, a las 10 cuadras se detuvo, estaban a una cuadra del viejo cementerio, esto despertó de inmediato la morbosidad y depravación en este maldito hombre, la niña sonría,
-Debe tener cuidado señor aquí están robando, se lo advierto por ser tan bueno conmigo. - Le dijo la niña. Bajaron del automóvil y comenzaron a caminar, él la hizo ingresar por el enrejado roto al interior del cementerio, dispuesto asesinarla y arrojarla en la vieja tumba, Julio comenzó a sentirse una incontrolable excitación mental.
- ¿Usted viene seguido a pasear por aquí?”- le preguntó la niña.
Él le respondió que sí con la cabeza.
– - ¿Y tú?”- Preguntó Julio. La niña sonrió más aún, sus ojos se iluminaron al responder
– Yo vivo aquí. - En su pálido y delgado rostro se dibujó una sonrisa.
Julio creyó que al ser vagabunda dormía ahí para pasar el invierno, entonces le preguntó - ¿Y no temes a tantos muertos? - la niña respondió sonriente
- ¿Cómo tener miedo a los muertos si yo ya estoy muerta? -
Por la mañana encontraron el cadáver de Julio, completamente desgarrado y mutilado, su cabeza había sido arrancada de cuajo, le faltaban los órganos internos, se los habían arrancado mientras estaba aún con vida, como si un animal salvaje se lo hubiera devorado, junto a él, estaban los cadáveres de sus cuatro víctimas, a los pocos metros hallaron su cabeza sobre la tumba de “María Ceferina de Souza”.
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