Relatos Góticos "Perdón Llegué Tarde"
Cuentos
Sombríos, Relatos góticos "Perdón Llegué Tarde" de L.C.D
Les
comparto un relato de mi libro Cuentos Sombríos, publicado por primera vez en
la antología de editorial de los cuatro vientos "Voces 2010" ganador
de medalla de plata, y publicado en varias antologías.
Este
relato corto lo escribí en 2003.
Hace ya una hora que espero,
todavía falta por lo menos media hora más. Siempre llego temprano, estoy
constantemente pendiente del tiempo, sino sería regañada, nunca lo fui, cumplo
bien con mi trabajo. Reposo mis esqueléticas piernas sobre la mesa del tipo que
espero, se fuma un cigarrillo sin imaginar que será el último, luego se irá a
bañar para resbalar y morir en la ducha. Bueno, así es la vida, hoy estamos,
mañana no, a mí también alguna vez me tocó.
La llovizna de esta noche me pone
melancólica, ¿quién lo creería?. La señora muerte melancólica. Me dicen “La
parca”, dicen que soy abominable, fría, fea, temible, frenética, lujuriosa,
nefasta, detestable, desalmada, la nada, vil y despiadada. No sé porque me
asocian con todas esas palabras si tan sólo cumplo con mi trabajo.
Faltan pocos segundos, cuento; tres,
dos, uno… Listo, el hombre cayó al piso, tomo su alma, lamentablemente debo
llevármela a un lugar espantoso donde arderá para siempre, anoto: “Muerte
accidental a las veintitrés horas”. Vago por la noche, debo recoger el alma de
una anciana amable. Llegué a tiempo. La mujer yace en su cama, su hijo llora a
su lado, cuento; tres, dos, uno, tomo su alma, el hombre me grita sin saber
dónde estoy: “Muerte de mierda no te la lleves”. Anoto: “Muerte natural”. No me
importa lo que me gritan, solo pienso en Lorenzo, en esos ojos azules que
reflejan su hermosa alma, me recuerda a un joven que tomé hace mucho, estaba
con sus bellos ojos turquesa llenos de lágrimas, parado en el patíbulo,
recibiendo con resignación su muerte. Espío a Lorenzo todas las noches, no se
imagina que lo escucho cuando me dice: “Muerte, ven hoy por mí”. La depresión
lo llevara a la muerte mañana, tomé el alma de su esposa hace poco, así lo
conocí. Ella, por suerte, fue asesinada de dos tiros cuando los asaltaron en la
calle, murió en sus brazos.
Lorenzo morirá por pena de amor, hace
tanto que lo espero, me enamoré de esos ojos llenos de tristeza. Sí señores; la
señora muerte, con su corazón de piedra, se convirtió en una tonta enamorada de
esa alma pura y joven, el letargo de esperar hasta mañana me pone de mal humor.
Lo miro, apuntándolo con mi guadaña, él acaricia un jazmín, seguramente
recordándola, eso me pone lujuriosa. Apoya sus manos sobre el balcón, parece
que va a suicidarse, mira hacia abajo, pero no puede, está débil, deja caer la
flor. Ahora está a mi lado, se me eriza la piel al rozar su cuerpo. Me voy,
tengo mucho trabajo como para contemplarlo, debo anotar muerte por suicidio,
muerte por envenenamiento, muerte súbita, muerte por sobredosis, muerte en
accidente de tránsito, muerte por ahorcamiento… Vago en el aire, la melancolía
de esta noche me fastidia, los perros aúllan al verme pasar, nadie puede
quejarse de mí, soy muy eficiente, siempre llego a tiempo.
Me siento en el banco debajo del sauce
que hay en el jardín de Lorenzo, sus ramas perecen llorar por él, lo espío,
está tendido en su cama, esperándome. Falta tan poco para tomar su hermosa alma
y anotar: “Muerte por pena de amor”. Su rostro se ilumina apenas por la penumbra
de una vela. En dos minutos llegará un amigo para rescatarlo de mí, pero en un
minuto debo llevármelo. Esperé tanto este momento… Me mira, lo miro, es el
momento más dulce que viví. Cuento; tres, dos, uno… No puedo, me tiembla todo
el cuerpo. Otra vez; tres, dos, uno, anoto: “Perdón, llegué tarde”.
Cuentos
Sombríos, Relatos góticos "Perdón Llegué Tarde" de L.C.D
Este
relato corto lo escribí en 2003.
Hace ya una hora que espero, todavía falta por lo menos media hora más. Siempre llego temprano, estoy constantemente pendiente del tiempo, sino sería regañada, nunca lo fui, cumplo bien con mi trabajo. Reposo mis esqueléticas piernas sobre la mesa del tipo que espero, se fuma un cigarrillo sin imaginar que será el último, luego se irá a bañar para resbalar y morir en la ducha. Bueno, así es la vida, hoy estamos, mañana no, a mí también alguna vez me tocó.
La llovizna de esta noche me pone
melancólica, ¿quién lo creería?. La señora muerte melancólica. Me dicen “La
parca”, dicen que soy abominable, fría, fea, temible, frenética, lujuriosa,
nefasta, detestable, desalmada, la nada, vil y despiadada. No sé porque me
asocian con todas esas palabras si tan sólo cumplo con mi trabajo.
Faltan pocos segundos, cuento; tres,
dos, uno… Listo, el hombre cayó al piso, tomo su alma, lamentablemente debo
llevármela a un lugar espantoso donde arderá para siempre, anoto: “Muerte
accidental a las veintitrés horas”. Vago por la noche, debo recoger el alma de
una anciana amable. Llegué a tiempo. La mujer yace en su cama, su hijo llora a
su lado, cuento; tres, dos, uno, tomo su alma, el hombre me grita sin saber
dónde estoy: “Muerte de mierda no te la lleves”. Anoto: “Muerte natural”. No me
importa lo que me gritan, solo pienso en Lorenzo, en esos ojos azules que
reflejan su hermosa alma, me recuerda a un joven que tomé hace mucho, estaba
con sus bellos ojos turquesa llenos de lágrimas, parado en el patíbulo,
recibiendo con resignación su muerte. Espío a Lorenzo todas las noches, no se
imagina que lo escucho cuando me dice: “Muerte, ven hoy por mí”. La depresión
lo llevara a la muerte mañana, tomé el alma de su esposa hace poco, así lo
conocí. Ella, por suerte, fue asesinada de dos tiros cuando los asaltaron en la
calle, murió en sus brazos.
Lorenzo morirá por pena de amor, hace
tanto que lo espero, me enamoré de esos ojos llenos de tristeza. Sí señores; la
señora muerte, con su corazón de piedra, se convirtió en una tonta enamorada de
esa alma pura y joven, el letargo de esperar hasta mañana me pone de mal humor.
Lo miro, apuntándolo con mi guadaña, él acaricia un jazmín, seguramente
recordándola, eso me pone lujuriosa. Apoya sus manos sobre el balcón, parece
que va a suicidarse, mira hacia abajo, pero no puede, está débil, deja caer la
flor. Ahora está a mi lado, se me eriza la piel al rozar su cuerpo. Me voy,
tengo mucho trabajo como para contemplarlo, debo anotar muerte por suicidio,
muerte por envenenamiento, muerte súbita, muerte por sobredosis, muerte en
accidente de tránsito, muerte por ahorcamiento… Vago en el aire, la melancolía
de esta noche me fastidia, los perros aúllan al verme pasar, nadie puede
quejarse de mí, soy muy eficiente, siempre llego a tiempo.
Me siento en el banco debajo del sauce
que hay en el jardín de Lorenzo, sus ramas perecen llorar por él, lo espío,
está tendido en su cama, esperándome. Falta tan poco para tomar su hermosa alma
y anotar: “Muerte por pena de amor”. Su rostro se ilumina apenas por la penumbra
de una vela. En dos minutos llegará un amigo para rescatarlo de mí, pero en un
minuto debo llevármelo. Esperé tanto este momento… Me mira, lo miro, es el
momento más dulce que viví. Cuento; tres, dos, uno… No puedo, me tiembla todo
el cuerpo. Otra vez; tres, dos, uno, anoto: “Perdón, llegué tarde”.
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